Siempre es buen tiempo para montar a caballo. En tiempo frío, es un placer extremo oír resonar sobre el suelo endurecido las pisadas enérgicas de un animal, del mismo modo que la crudeza de la temperatura excita y hace estar con cuidado de los movimientos del caballo. ¿Llueve y hay neblina? Cuan bueno es para el caballo el suelo húmedo! ¡Como hunde en él valerosamente el pie sin cuidarse de los charcos de agua ni del cieno, salpicando con gozo, de barro, todas las cosas que se ponen en su camino! ¿El viento? ¡Qué alegría la de sentir que azota la cara cuando nos lanzamos a una marcha rápida!
He aquí el sol, metámonos en él para gozar de la frescura y del resplandor amortiguado de la dulce claridad. El paso es la marcha de la fantasía: el paisaje desfila ante vuestra vista su panorama del cual sois parte viviente movible, porque habéis sido llevad por el campo, en la cadencia de un movimiento continuo, al paso largo de un caballo de pura sangre. ¿Qué caminante creería que el paso del caballo puede dar al jinete la idea de velocidad?.
Este es por tanto el placer que nos está reservado. El trote, el galope de paseo, es el placer de marchar, de marchar sin fatiga, con un movimiento bien rítmico, por una reacción tan libre como elástica con una energía centuplicada por el generoso ardor de un noble bruto que está a vuestra disposición y que os da todo lo que puede. ¿Dónde termina el hombre? ¿Dónde empieza el caballo? No se sabe bien: todo eso hace el conjunto más unido, más flexible y al mismo tiempo el más agradable, el más vigoroso, con la alegría de la vida con la alegría del movimiento.
Y entonces le pregunté…¿Por qué el caballo? Y él me respondió, siente el balanceo de lo indeterminado, pero tan dulce y tan refinado, que el aire que cortáis basta para destruir en vosotros la idea de la gravedad.
Esto es el vuelo, el gran vuelo embriagador, sin esfuerzo, sin cansancio, una alegría física que anonada el espíritu y no deja de vivir en nosotros más que el placer loco de hacernos dueños del espacio. Por eso el caballo completa al hombre, por eso el hombre ama al caballo…
(Adaptación de la obra Tratado Completo de Equitación de James Filis)
